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Si bien suelen utilizarse como sinónimos, lo correcto es referirse a la infertilidad para aquellas parejas que tienen dificultades en lograr el embarazo pero que potencialmente pueden lograrlo, mientras que la esterilidad se refiere a la imposibilidad de tener hijos (ej. por extirpación de ambos ovarios, o del útero).
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La infertilidad primaria es cuando no hubo antecedentes de embarazos, mientras que la infertilidad secundaria se refiere a aquellas personas o parejas que han tenido un embarazo (aunque haya sido una pérdida reproductiva).
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La infertilidad se debe entender como un problema de pareja y no del hombre y la mujer por separados. La posibilidad o no de embarazo depende de la suma de potenciales reproductivos de cada uno. Por eso si una persona tiene una ligera disminución en su potencial reproductivo podrá o no lograr el embarazo según el estado de su pareja.
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No. Si bien hasta no hace mucho se consideraba que la mujer era la responsable de la mayoría de los problemas reproductivos y en ella estaban centralizados todos los estudios hoy se sabe que en aproximadamente el 70% de las parejas que consultan por trastornos de su fertilidad se detectará alguna alteración en el espermograma del hombre.
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En el caso de la mujer, la tasa de fertilidad disminuye a partir de los 35 años y alrededor de los 40 se produce un brusco descenso en la posibilidad de gestación. Por eso, conviene no dejar pasar el tiempo para hacer una consulta.
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La mayoría de los médicos aconsejan efectuar la consulta luego de un año de la búsqueda de embarazo sin utilizar métodos anticonceptivos y con relaciones en fecha ovulatoria. Sin embargo si la mujer es mayor a 30 años y tiene algún antecedente ginecológico como ciclos irregulares, infecciones, etc. o si el esposo tiene antecedentes conocidos de alteraciones en el espermograma es conveniente efectuar la consulta con anterioridad al año.
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Los médicos que tratan la infertilidad suelen ser ginecólogos, urólogos o endocrinólogos especialistas en medicina reproductiva o endocrinología reproductiva. Es conveniente asesorarse por su médico de cabecera, su seguro médico o por conocidos donde consultar.
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El método más simple y barato es la toma de la temperatura basal (ver en el texto). Otra posibilidad es el uso del test de ovulación que se compra en la farmacia y que por medio de una simple medición diaria en la orina la mujer puede saber con gran exactitud el momento ovulatorio.
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Si bien las relaciones sexuales obligadas en determinado día terminan siendo muy traumáticas para la pareja, es necesario que las relaciones sean próximas al período ovulatorio. Asimismo no es ni necesario ni conveniente las relaciones diarias en esos momentos. El aparato genital femenino tiene la posibilidad de almacenar espermatozoides durante muchas horas, por lo que no es imprescindible tener relaciones en el momento exacto de la ovulación.